Doscientos euros y ser su propio conejillo de indias, fue todo lo que necesitó un ingeniero mexicano para controlar sus niveles de azúcar con la ayuda de un páncreas creado por él mismo.
Así fue, como Gustavo Muñoz quien fue diagnosticado con diabetes tipo 1 desde el 2005, le dio la cara a su enfermedad y luego de tres años de investigaciones y experimentos probados por él mismo, logró crear un páncreas artificial que le ha ayudado a sobrellevar este grave diagnóstico.
Como el mismo lo afirma, este proyecto comenzó con un sistema de alarmas para despertarlo de noche en caso de que no lograra escuchar la señal de su sensor continuo de glucosa, “Me levantaba dos o tres veces todas las noches”, declaró Muñoz.
Durante sus jornadas de investigaciones, llegó a conocer a través de internet el trabajo de Benjamin West, un programador que también padece su mismo tipo de enfermedad “diabetes tipo 1” y que realizó experimentos con una bomba de insulina. A West le funcionó y esto motivo al ingeniero mexicano a iniciar su propia creación, y gracias a que West publicó en una red de desarrollo colaborativo, sus avances, el ingeniero mexicano tuvo información valiosa para fabricar lo que más tarde conoceríamos como Simpancreas.
De acuerdo con los expertos, un páncreas artificial necesita para funcionar: un sensor que mida los niveles de glucosa, un dispositivo que inyecte insulina a través de un catéter y algo que todavía no se encuentra en el mercado: un ‘cerebro’ que detecte la glucemia e indique a la bomba de insulina qué hacer. Precisamente este último elemento fue el que logró crear Gustavo con un microchip Intel Edison, más pequeño y cómodo, acompañado de una batería y una antena.
“Estaba a punto de permitir que una máquina programada por mí tomara decisiones por mí, afirmó Muñoz. Pues el ingeniero aseguró que durante varios días de prueba fue identificando errores en el código de programación, problema que logró superar observando cada cinco minutos el comportamiento de la máquina y realizando los ajustes necesarios hasta tener suficiente confianza para que cuidara de él mientras dormía, “Soy la persona más testaruda del mundo y decidí desarrollar un sistema que me permitiera configurarlo y olvidarme de él” aseguró Muñoz.
La “desesperación” le llevó a superar la tecnología de los aparatos médicos actuales y confiar su salud a una máquina programada por él mismo, pero se pregunta como puede existir un mayor avance en los dispositivos móviles que en los equipos médicos que salvarían vidas o en muchos casos les permitirían a las personas contar con una mejor calidad de vida mientras sobrellevan su enfermedad, concluyó Muñoz.